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El AMI



Mensaje del Cardenal Ouedraogo a la Sociedad Misionera Internacional – Noviembre 2020
17/11/2020

El cardenal Philippe Ouedraogo envió un mensaje a los delegados de la Sociedad Misionera Internacional con motivo de la Asamblea General trienal de la asociación que tuvo lugar el 17 de noviembre de 2020 por videoconferencia debido a la pandemia de Covid 19.

 

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MENSAJE DEL CARDINAL PARA AYUDA MISIONERA INTERNACIONAL (AMI)

Queridos hermanos del episcopado, queridos miembros de Ayuda Misionera Internacional, estimados hermanos y hermanas,

Como Presidente de SCEAM (Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar), agradezco a los responsables de AMI que me han hecho el honor de intervenir en nombre de esta providencial institución al servicio de los agentes pastorales de la Iglesia,

 

Como todos sabemos, los desafíos de la salud en el mundo actual constituyen una prioridad absoluta. Al nivel de la Iglesia, la diócesis y la congregación tienen la obligación canónica de asumir los cuidados médicos de los curas, religiosos y religiosas tal y como estipula la legislación canónica y el particular el canon 619. En nuestras iglesias de África, las economías de las diócesis soportan duras circunstancias que dificultan el cumplimiento de esta garantía fundamental de cuidado sanitario de curas y religiosos. Este imperativo constituye un desafío para nuestras conferencias episcopales y sus superiores mayores. Los curas y religiosos/as no son asalariados, y por este motivo no se pueden beneficiar de las ventajas existentes en ciertos sistemas de seguridad social de sus respectivos países. Afortunadamente, la intervención de Ayuda Misionera Internacional (AMI) durante sus 50 años de existencia, se ha mostrado como una herramienta providencial para asegurar, de forma eficaz, el acceso a la atención médica de los agentes pastorales en la África francófona, anglófona y lusófona.

 

Es importante señalar cuáles son los desafíos de esta cobertura sanitaria para el mundo religioso en el contexto africano.

El primer desafío es el bienestar de curas y religiosos/as. La salud es una condición sine qua non para ejercer las labores de apostolado y evangelización.

El segundo desafío es de índole económica. Los gastos médicos de los pastores suponen un coste elevado para nuestras diócesis, nuestras congregaciones no tienen los recursos necesarios para hacerles frente. Por ello un sistema de solidaridad que garantice la cobertura médica se manifiesta de gran utilidad. La prestación de AMI, a pesar de ciertas carencias que, evidentemente, hay que mencionar, es una buena solución en nuestros pobres países. Desde 1965 AMI funciona como un seguro gracias a las cotizaciones que paga cada responsable religioso, o cada diócesis en nombre del grupo de personas que dependen de su autoridad. AMI colecta los fondos de sus afiliados, para después proceder al reembolso de parte, o de la totalidad, de los gastos médicos en función, por supuesto, de criterios bien definidos.

En un mundo en el que el individualismo invita a cada uno a resolver sus problemas en solitario, la solidaridad, virtud esencial entre Iglesias hermanas, comunidades cristianas hermanas, se manifiesta a través de AMI y no puede sino ser reconocida y promovida. Esta consiste en ocuparse en primer lugar de los más necesitados. Y esto es lo que sucede en Ayuda Misionera Internacional donde las contribuciones de los curas de las Iglesias de los países ricos pagan, en la mayoría de las ocasiones, los gastos médicos de los afiliados en países menos favorecidos. Las ventajas y la fuerza de esta institución residen también en el hecho de que ofrece a sus afiliados una atención médica de calidad. Los costes de estos cuidados, onerosos en ocasiones, no podrían ser asumidos de forma particular por cuenta del beneficiario. La ventaja del sistema de solidaridad de AMI lo hace posible. Todos los afiliados pagan sus cotizaciones, y entre todos pagan la atención médica recibida por los enfermos. Es una obra de solidaridad extraordinaria.

 

Como Presidente de la SCEAM, me permito hacer las siguientes observaciones. En primer lugar, sobre AMI

AMI propone diferentes opciones, la más económica es la “opción 4”. Algunos beneficiarios se quejan de que los reembolsos del gasto soportado son posteriores a la atención médica recibida. El enfermo debe disponer de medios para recibir la atención sanitaria y, posteriormente, solicitar el reembolso. Sería deseable que AMI negocie con los establecimientos con los que tiene convenio, y que los afiliados puedan recibir atención médica sin tener que hacer un desembolso económico por adelantado.

No existe límite de edad para afiliarse a AMI, lo que por supuesto, la diferencia de los seguros convencionales. También se impone una reflexión para mejorar el servicio en lo que respecta la duración de hospitalizaciones y convalecencias, la situación de los miembros más ancianos, encamados o dependientes… Juntos podemos trabajar y mejorar estos servicios.

Para terminar, me gustaría recordar a todos los obispos de las conferencias episcopales y superiores mayores afectados, que la cobertura social en lo que respecta los cuidados sanitarios de curas y religiosos/as es una obligación canónica (canon 619).

Así, cada uno de los responsables eclesiásticos debe adoptar las disposiciones idóneas para responder a este imperativo. El problema de la salud es tan sensible que no darle la importancia que merece provocaría frustraciones y lo que es más importante, daños irreparables. En un contexto de precariedad económica, podemos vencer esta dificultad actuando de manera transparente y determinada, usando la solidaridad pastoral capaz de hacer que cada uno reciba los cuidados necesarios. La fuerza de la riqueza de cada uno reside en el esfuerzo colectivo. Tal compromiso responsable nos ayuda a consolidar los lazos de comunión entre pastores de la Iglesia-Familia de Dios. Efectivamente, la Iglesia, como toda sociedad, no puede progresar si no es reforzando los lazos de comunión y de unidad y sus miembros, empezando por sus Pastores (cf. Sínodo sobre África E.I.A, nº17). En este sentido, la afiliación común a AMI es un medio que permite concretar la opción Iglesia-Familia de Dios en África. Que el Señor nos permita reforzar nuestros lazos de comunión para su gloria y la salud de los hombres. Dios bendiga los esfuerzos realizados por cada uno por un mundo más solidario y fraternal. En este sentido, yo diría que si AMI no existiera, habría que inventarla. ¡Dios bendiga a AMI y sus afiliados!

 

 

+Philippe Cardinal OUEDRAOGO

Arzobispo Metropolitano de OUAGADOUGOU

Presidente de SCEAM